Por El Profesor
¿Qué es realmente la educación? Un trabajo. Una profesión. Una actividad. ¿Qué es? Hay muchos hombres y mujeres que se dedican a la educación pero en realidad lo que hacen es dedicarse a la docencia. Hay una gran diferencia entre ser educador y ser docente. Lo último es un proceso sencillo con técnicas concretas y objetivos definitivos. Pero ser educador requiere mucho más que sólo saber de técnicas.
Educar viene del latín educatus que está relacionado con educere y que significa extraer. Entonces educar es extraer lo bueno de un alumno. Hacer que de él emerjan talentos, se desarrollen habilidades y se generen conocimientos. Pero, ¿Qué se debe hacer para ser un verdadero educador? ¿todos los docentes son educadores entonces?
Por lo tanto, es bueno hacerse algunas preguntas para verificar hasta qué punto el trabajo que hacemos frente a los alumnos un verdadero trabajo de educación:
a) ¿Qué eventos ocurrieron para que llegara a ser maestro? Fue verdadera vocación consciente o resultado de una situación desesperada por conseguir empleo. Si fue lo último, entonces hay más obligación en ser honestos con nosotros mismos.
b) ¿Qué hace que siga siendo maestro? ¿Qué me mantiene dando clases? ¿Qué me hace seguir semestre a semestre frente a los grupos? Con esto podemos descubrir si lo que hacemos es porque ya no hay opción y hay temor de cambiar a algo para lo que sí hay vocación.
c) ¿Cómo son mis acciones educativas? ¿Reacciono ante cierto tipo de alumnos de forma negativa? ¿Es el alumno el problema o son mis asuntos personales los que interfieren en ese tipo de reacciones con ese tipo específico de alumno? Es bueno revisar hasta qué punto lo personal (que no está bien trabajado) interfiere en nuestro trabajo como educadores.
d) ¿Soy un maestro abierto a aprender de los demás o me refugio en los libros y en las técnicas impresas o en los seminarios y con eso siento que ya sé lo que tengo que saber para estar frente a un grupo? ¿Me molestan los maestros que son exitosos con sus alumnos tanto en la parte académica –por su nivel de exigencia- como por la parte personal –la calidad de relación humana que tiene con ellos? Es necesario saber que los grandes libros en cuando a educación se refiere no están editados ni publicados… esos grandes libros son los mismos compañeros de trabajo que pueden compartir experiencias.
e) ¿Interpreto a los alumnos antes de saber el trasfondo de sus conductas, reacciones o comentarios durante la clase? ¿Mis emociones hacia los alumnos son más poderosas que mi interés por comprender el proceso educativo que yo mismo debo estar produciendo y conduciendo? ¿Soy un adulto bien integrado frente a mis alumnos o re actúo situaciones pasadas con las personalidades de los alumnos y mis experiencias pasadas?
Creo que estas son preguntas muy valiosas que no deben responderse una sola vez. Creo que deben revisarse cada vez que uno sienta que el trabajo de educar no es asunto nuestro como maestros. Hay docentes que son excelentes. Son extraordinarios en su manera de enseñar el cúmulo de información que representa su área de especialidad pero lamentablemente no tienen el más mínimo contacto humano con sus alumnos, no saben ni se interesan en cómo sienten sus alumnos ni qué les inquieta ni qué talentos pueden tener. Espero que en nuestro país seamos más educadores que meros docentes.
¿Qué es realmente la educación? Un trabajo. Una profesión. Una actividad. ¿Qué es? Hay muchos hombres y mujeres que se dedican a la educación pero en realidad lo que hacen es dedicarse a la docencia. Hay una gran diferencia entre ser educador y ser docente. Lo último es un proceso sencillo con técnicas concretas y objetivos definitivos. Pero ser educador requiere mucho más que sólo saber de técnicas.
Educar viene del latín educatus que está relacionado con educere y que significa extraer. Entonces educar es extraer lo bueno de un alumno. Hacer que de él emerjan talentos, se desarrollen habilidades y se generen conocimientos. Pero, ¿Qué se debe hacer para ser un verdadero educador? ¿todos los docentes son educadores entonces?
Por lo tanto, es bueno hacerse algunas preguntas para verificar hasta qué punto el trabajo que hacemos frente a los alumnos un verdadero trabajo de educación:
a) ¿Qué eventos ocurrieron para que llegara a ser maestro? Fue verdadera vocación consciente o resultado de una situación desesperada por conseguir empleo. Si fue lo último, entonces hay más obligación en ser honestos con nosotros mismos.
b) ¿Qué hace que siga siendo maestro? ¿Qué me mantiene dando clases? ¿Qué me hace seguir semestre a semestre frente a los grupos? Con esto podemos descubrir si lo que hacemos es porque ya no hay opción y hay temor de cambiar a algo para lo que sí hay vocación.
c) ¿Cómo son mis acciones educativas? ¿Reacciono ante cierto tipo de alumnos de forma negativa? ¿Es el alumno el problema o son mis asuntos personales los que interfieren en ese tipo de reacciones con ese tipo específico de alumno? Es bueno revisar hasta qué punto lo personal (que no está bien trabajado) interfiere en nuestro trabajo como educadores.
d) ¿Soy un maestro abierto a aprender de los demás o me refugio en los libros y en las técnicas impresas o en los seminarios y con eso siento que ya sé lo que tengo que saber para estar frente a un grupo? ¿Me molestan los maestros que son exitosos con sus alumnos tanto en la parte académica –por su nivel de exigencia- como por la parte personal –la calidad de relación humana que tiene con ellos? Es necesario saber que los grandes libros en cuando a educación se refiere no están editados ni publicados… esos grandes libros son los mismos compañeros de trabajo que pueden compartir experiencias.
e) ¿Interpreto a los alumnos antes de saber el trasfondo de sus conductas, reacciones o comentarios durante la clase? ¿Mis emociones hacia los alumnos son más poderosas que mi interés por comprender el proceso educativo que yo mismo debo estar produciendo y conduciendo? ¿Soy un adulto bien integrado frente a mis alumnos o re actúo situaciones pasadas con las personalidades de los alumnos y mis experiencias pasadas?
Creo que estas son preguntas muy valiosas que no deben responderse una sola vez. Creo que deben revisarse cada vez que uno sienta que el trabajo de educar no es asunto nuestro como maestros. Hay docentes que son excelentes. Son extraordinarios en su manera de enseñar el cúmulo de información que representa su área de especialidad pero lamentablemente no tienen el más mínimo contacto humano con sus alumnos, no saben ni se interesan en cómo sienten sus alumnos ni qué les inquieta ni qué talentos pueden tener. Espero que en nuestro país seamos más educadores que meros docentes.